NOTAS
¿Ha pensado usted en la importancia de "regresar" para
renovarse?
Nos
hemos encandilado con el espejismo de que sólo avanzar, crecer o progresar son
sinónimos de éxito, y en este contexto nos parece doloroso detenernos para
evaluar lo realizado, para verificar el camino ya recorrido.
Si
después de cada acción ejecutada, de cada tramo del camino, nos detuviéramos y
rindiéramos cuenta del viaje, nos podríamos percatar de que hemos cometido
algunas equivocaciones, que nos duelen mucho, y que son los costos que tenemos
que pagar por las malas decisiones. Al igual que el explorador consulta
frecuentemente una brújula, establece la ruta en el mapa y verifica
constantemente su posición para poder llegar a su destino, un líder debe tener
"súper-visión", y de manera certera seguir el hábito de consultar
constantemente su brújula (que para él es su misión), y evaluar si las
estrategias y acciones elegidas son las adecuadas. A nadie le gustaría hacer un
largo recorrido para que al final llegara al lugar equivocado.
Desandar
el camino, aun cuando el tiempo transcurrido es irrecuperable, resulta un
proceso doloroso, pero es la única forma de aprender de nuestros errores. Si
esto es tan duro, ¿por qué no creamos el hábito diario de detenernos? Por
supuesto que esta acción, por sí sola, no nos asegura el éxito, pero sí nos
permite ver si vamos por el buen camino. Imagine que es usted el protagonista
de su propia obra y que ha estado actuando durante mucho tiempo. Sálgase
momentáneamente del escenario y conviértase en espectador, ubíquese en una
butaca y evalúe la calidad de la obra, del actor y de los mensajes. Si con toda
honestidad cree merecerlo apláudase, y si nota fallas, reflexione profundamente
sobre cómo corregirlas.
No
espere a que lo obliguen a retirarse del escenario; si nota que tiene
agotamiento excesivo, síntoma muy importante de que el sistema de alarma de
nuestro cuerpo está sonando y avisando que estamos muy propensos a cometer
errores, ha llegado el momento de retirarse y recargar energías. Hágalo en la medida
en que se lo permitan sus posibilidades, pero hágalo. El exceso de actividades,
no tener tiempo para nada, el ansiolismo (situación neurótica en donde queremos
estar y no estar y hacemos mil cosas sin sentido, pero con prisa viviendo
anticipadamente el desastre) son indicadores de que hay que retirarse a
reflexionar, a buscar el rumbo con nuestra brújula para ubicarnos en nuestra
misión en la vida.
Vuelva
para renovarse y recárguese emocionalmente; la vida requiere no sólo de
recursos económicos, también del capital emocional para tener la vitalidad, el
esfuerzo y el entusiasmo que exige toda realización digna y de calidad. Recurra
a lecturas inspiradoras y positivas que lo saquen del escenario y le permitan
descansar. Escuche buena música, reflexione en la soledad, haga oración y
acérquese a Dios; le dará seguridad y certeza para planear el futuro inmediato.
Recuerde que la seguridad económica no está en el dinero que poseamos, sino en
nuestra capacidad de producir riqueza a través del pensamiento creativo y del
esfuerzo constante. La seguridad debe estar en nosotros mismos.
Retirarse,
renovarse y regresar debe ser un hábito permanente que asegura el camino
correcto.
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